miércoles, 8 de junio de 2011

El rancho nacional por Charito Rojas

El rancho nacional
Notitarde/noticierodigital.com
Enero 13, 2010
Charito Rojas

 charito-rojas3 [320x200]“El problema no es lo que ignoramos. Es lo que estamos seguros de saber y es falso”. Mark Twain, periodista y escritor norteamericano (1835-1910).

Tuvimos una Navidad similar a la de los últimos 10 años, plagada de apocalípticos pronunciamientos de un Presidente cuyo único familiar amado es ese padre putativo que muere a pedacitos en Cuba y con quien pasó la noche de Año Nuevo. Sin respetar la paz y armonía que tanto ansiaban los venezolanos en esos días festivos, el Grinch de Miraflores estuvo encadenado hasta por seis horas el 30 de diciembre y el 31 de diciembre, declarándole la guerra al imperio y a Colombia, mostrando fotos sacadas de Internet de supuestos aviones que nos van a invadir. Total, amargándonos, cual es su costumbre, la Navidad.

Pero la gran estocada vino para Reyes: el Comandante nos dio el regalo de la devaluación y de un fiero racionamiento de agua y electricidad, que merman hasta los tuétanos la capacidad productiva del país y condena a muerte al ya terminal sector industrial y comercial. Aparte de reducir a la mitad la capacidad adquisitiva del venezolano, devaluando sus ahorros en la misma proporción que la moneda.

Vamos a estar claros: razones financieras para la devaluación las hay. Desde hace mucho tiempo los economistas dicen que el bolívar está sobrevaluado, que un dólar a 2,15 es irreal e insostenible para el gobierno. Hasta allí la explicación económica, pero lo que ve el ciudadano que está sufriendo este vendaval en su bolsillo y en su calidad de vida es que la responsabilidad absoluta de esto la tiene un gobierno irresponsable que durante once años ha gastado los más cuantiosos recursos que haya tenido nunca Venezuela en imponer una revolución inventada por un solo hombre que pretendió (¡que bien suena este tiempo pasado!) convertirse, gracias al dinero de Venezuela, en un líder mundial. Mucho camisón pa´Petra, como decía mi abuela. Fuera de hacer el ridículo en todos los escenarios donde se ha parado, avergonzando el gentilicio venezolano, el Comandante sólo exhibe un logro: haber destruido a su país, tu país, mi país.

De su fracaso hablan claramente cifras inocultables. En 11 años la inflación ha remontado 733%. Por cuatro años consecutivos, Venezuela, el rico MacPato del petróleo latinoamericano, cuyo Presidente anda por el mundo regalando a manos llenas recursos indispensables para mitigar la miseria de los venezolanos, ostenta el primer lugar con la inflación más alta del Continente y la segunda del mundo, después de Zimbawe. En apenas dos años el bolívar que él llamó Fuerte, ha perdido más del 60% de su valor y con ello, ha empobrecido en la misma proporción a los trabajadores venezolanos. El músculo productivo del país está seriamente afectado, a punta de expropiaciones, “tomas” e invasiones. De más de dos millones de hectáreas en plena productividad entregadas a parceleros sin vocación ni oficio, apenas 90.000 están produciendo algo. Le quitaron las torrefactoras a sus ancestrales dueños, ahora no hay café. Expropiaron a los agricultores de la caña de azúcar y tomaron los centrales azucareros, ahora no hay azúcar. Y se acabaron los dólares para importar alimentos, más aún en año electoral cuando el gobierno debe alimentar con recursos las fauces de las maquinarias del PSUV para ganar a como de lugar las elecciones parlamentarias. Porque mientras los industriales y comerciantes tienen que esperar meses a que les concedan una parte de los dólares para importación, Pdvsa gozará del privilegio de cambiar sus dólares a 4,30, es decir, doblando sus ingresos en bolívares, indispensables para la compra de votos. “Y quien quiera viajar por placer que pague el precio”, dijo el ministro Giordani, sin ningún rubor de representar a esa manga de funcionarios públicos que viajan por todod el mundo con ilimitador viáticos en dólares. Porque para revolución el placer es pecado si es para los demás, porque al igual que en todos los regímenes comunistas, los placeres y la abundancia están reservados a la clase gobernante.

Mentirosos habituales

La mentira habitual es lo que más molesta de estas medidas económicas. Como llamar “ajuste cambiario” a una devaluación del 100% de la moneda. Como querer hacernos sentir culpables del colapso de los servicios de agua y luz porque nos bañamos con mucha agua o encendemos demasiados bombillos. Sólo los seres verdaderamente fanatizados creen al gobierno la excusa del Niño, ese fenómeno climático que ciertamente hace estragos en la sequía mundial. Pero resulta que aquí en Venezuela en el año 2003 hubo una sequía mucho mayor a ésta, superada porque todavía quedaban previsiones de la democracia y los embalses y reservorios cubrieron la falla. Si el Niño fuera realmente el culpable ¿por qué en otros países del mundo que también lo sufren no hay racionamientos? Respuesta sencilla: porque sus gobiernos tomaron medidas, hicieron con tiempo campañas de concientización y no esperaron a que sus “guri” estuvieran por debajo de las cotas necesarias para actuar. Diez años de desinversión e indiferencia hacia los asuntos que son de la absoluta responsabilidad gubernamental ha dado este dramático resultado. El Comandante toma la decisión del racionamiento cuando Corpoelec le pasa un informe donde le advierte que si no se corta el consumo en casi un 30%, para abril del 2010 estaremos a oscuras. Lo lamentable es que Presidentes de Edelca y de la Electricidad de Caracas, en los años 2003 y 2006, habían advertido al gobierno de la cercanía de un colapso eléctrico si no se acataba el plan nacional de inversiones en el sector. Los blancos de ese racionamiento son los entes que consumen más electricidad: las empresas de Guayana y la región capital. Gravísimo el que se estén paralizando empresas que sustentan la infraestructura nacional. Si hoy las autopistas, edificios públicos y la vialidad del país lucen destruidos, en pocos meses veremos paralizada la industria privada de la construcción. La falta de electricidad esta afectando seriamente la poca producción industrial del país. Y los comerciantes se halan los cabellos, con el Indepabis cerrándolos si remarcan los precios (porque este gobierno no tiene idea de lo que significa “valor de reposición”) y amenazados nada menos por un Presidente que se atreve a decir en nombre propio que les quitará sus negocios para darlo a los trabajadores. Cómo se ve que el de Sabaneta no ha manejado en su vida ni un kiosco de periódicos. La amenaza, la persecución y los cierres solo ocasionarán que cada vez se bajen más santamarías, que empleados engrosen las filas de los buhoneros, que profesionales y comerciantes se marchen de Venezuela, igual que lo han hecho ya cientos de miles, buscando un país que respete su derecho a ser libres y prósperos.

El rancho nacional
Estamos viviendo un país ranchificado. Nuestros orgullos, Pdvsa, el Metro de Caracas, el Teresa Carreño, han sido tomados por asalto por hordas que no creen en el derecho a no ser chavista que tiene la mayoría de la población venezolana. La delincuencia tiene sitiado al país y sólo vemos al Ministro del Interior darse cuenta de esto cuando le disparan a su primo, alto funcionario por cierto de su Ministerio. El venezolano no tiene ninguna calidad de vida: la revolución le mintió. En 11 años no ha arreglado la calamidad del transporte público y permite que el hampa atraque a los humildes en busetas y hasta en los vagones del Metro. La manifiesta ineptitud y el estar ocupados en hacer una revolución y no en gobernar, produce los nefastos resultados de hospitales colapsados, de redes de CDI abandonadas; de planteles educativos que servirían mejor para alojar cochinos en lugar de infantes; la infraestructura no preocupa a nadie pues el Ministro esta mas interesado en cerrar radios y televisoras que en construir un país; los nueve planes de vivienda anunciados por la sucesión de Ministros, han fracasado. Este gobierno ha construido menos viviendas que el gobierno que construyó menos viviendas en la democracia: el segundo de Rafael Caldera.

Condenados a vivir con miedo, sin agua, luz, llenos de basura y enfermedades, el venezolano ve con estupor la conducta irresponsable de este desgobierno. La cobardía se suma: el hombre que se fascina por hablar en cadena, por escucharse durante horas su cháchara reveladora de la poca profundidad del charco de sus conocimientos, no se atrevió a anunciar una medida capital como la devaluación del bolívar, en cadena nacional. O tal vez crea que es más importante y merece cadena la habladera de bolserías, la cantadera de coplas o los chistes de burdel barato que enterarse de que el bolívar ya valía desde ese momento 100% menos. De noche, como lo hacen los furtivos, en un programa de segunda en esa televisora de segunda que antes era el Canal de todos los venezolanos, allí nos dijo como quien no quiere la cosa y en mitad de una cantidad de anuncios, que nuestros ahorros se devaluaron, que nuestros hijos no podrán estudiar en el exterior, que no habrá mas vacaciones, que los negocios podrán quebrar, que las importaciones estarán reservadas con dólar preferencial para el gobierno. Tanto nadar para morir en la orilla. Demasiado daño, demasiada irresponsabilidad. Después de decir mil veces que no devaluaría, lo hizo. Igual pasará con el aumento de la gasolina cuando se vea con el agua al cuello con sus personales compromisos internacionales y con la venidera campaña electoral. Es un manipulador de los poderes y estos lamentablemente están en manos de corifeas (nunca ese nombre estuvo más ajustado a la beldad física y moral de sus detentadoras). Pero ya el puntillazo a los venezolanos está dado. Nadie duda de la responsabilidad del Presidente sobre el desastre nacional, ni siquiera sus afectos que ya no encuentran a quien echar la culpa del caos, para salvar a su Comandante.

Destinos entrelazados
Particularmente tengo una convicción que aquí confieso y que desde hace muchos años he analizado y es la profunda vinculación entre los destinos de Rafael Caldera y de Hugo Chávez. Caldera fue Presidente por el golpe de Chávez: se montó en la ola de la protesta, supo con su habilidad política interpretar el sentir de la mayoría pobre del país. Y si bien Chávez no fue Presidente porque Caldera le diera el indulto sino por los millones de venezolanos que votaron por él, lo cierto es que esa acción reclamada por mucho sectores de la sociedad que el anciano Presidente complació, dejó un grave crimen contra la democracia sin castigo. Chávez y los otros militares absueltos atentaron contra un Presidente constitucionalmente electo, contra el régimen democrático que había elegido el pueblo de Venezuela, ocasionaron múltiples pérdidas humanas y daños a la infraestructura nacional, tomaron y perdieron equipos pertenecientes a la Fuerza Armada, por ende, a la nación. Y todos esos crímenes no sólo quedaron impunes sino que ahora los reos que están en el poder se autoglorifican declarando día de fiesta nacional el 4 de febrero. Fecha triste en la cual la democracia venezolana perdió su autoridad y dio pie a la plaga bíblica que hoy día vive el país.

Rafael Caldera entregó atormentado el poder a Hugo Chávez. Su expresión en la transmisión de mando en el Congreso Nacional y su inmediata retirada del hemiciclo no necesitó más palabras. Despojado de su investidura de Senador Vitalicio y de todo honor correspondiente a su condición de ex presidente, Caldera pasó los últimos diez años de su vida viendo como un solo hombre destruyó la obra que muchos, entre ellos él mismo, habían construido con sapiencia y entrega. Creo que el anciano líder murió con un gran dolor por el país. Muchos creímos sinceramente que era el castigo divino por el controversial indulto. Pero pensándolo bien, tal vez esa permanencia tenga mucho que ver con los destinos cruzados. Y si es así, pasa como en los viejos matrimonios: nunca se sobreviven por mucho tiempo el uno al otro. A la luz de esta vela, pido a los ángeles que digan Amén.